Lo importante es secar rápidamente el celular y quitarle la batería. Pero jamás hay que enchufarlo a la corriente o meterlo en el microondas
Que no cunda el pánico. Los celulares son resbaladizos y traviesos, y tienen la manía de caerse al suelo. Pero a veces, les gusta darse un buen baño. La norma número uno es mantener la calma, los celulares están hechos para resistir un poco de agua. Algunos de gama alta son casi impermeables y hasta hay accesorios que protegen el aparato.
Primero, hay que sacar rápidamente el teléfono del líquido elemento. Aunque no se posea un celular muy caro, la mayoría tienen cierta protección en sus diferentes orificios. Al momento, se tiene que sustraer la batería y el chip -o desmontarlo hasta donde se pueda- para secarlos con una toalla o servilletas absorbentes. Parece una obviedad pero también es recomendable evitar los ambientes húmedos, así que a cerrar ventanas y no pasear con él por Lima, “la gris”.
Un recurso casero que tiene muy buenos resultados es utilizar una sustancia que se lleve bien con el agua. En este caso, el arroz es el mejor aliado. Hay que introducir el aparato, la batería y el chip en un tarro de arroz durante durante un día o dos con precaución de que no se metan granos en el celular. También una aspiradora a baja potencia puede ayudar. Eso sí, jamás hay que apuntar un secador caliente.
Tras estos consejos, sólo falta ponerlo a prueba y, si sigue sin funcionar, llamar al servicio técnico. Si no se tiene plata para adquirir un Samsung Galaxy S4 Active o un Sony Xperia Z (resistentes al agua), se pueden adquirir ciertos accesorios que protegerán el celular como las típicas fundas o bolsas impermeables y una carcasa que ejerza de escudo contra la arena y la tierra.